No cayó nieve el 23 de Diciembre en la Republica Dominicana

NO CAYÓ NIEVE EL 23 DE DICIEMBRE EN LA REPUBLICA DOMINICANA NO CAYÓ NIEVE EL 23 DE DICIEMBRE EN LA REPUBLICA DOMINICANA

En cuanto la profecía del joven Israel Patricio que anunciaba que para este 23 de diciembre de 2022 iba caer nieve sobre República Dominicana, no tenía mayor preocupación. La nieve no cayó. Sin embargo, fueron visibles algunas nubes de ignominia, vergüenza y confusión que intentaron empañar el glorioso evangelio de nuestro Señor Jesucristo, pero que rápidamente se han ido desvaneciendo sin que siquiera palidezca la vida y el testimonio de la iglesia en esta nación de Dios.

Lo que si es preocupante, y ya no solo por Israel Patricio, sino por muchos otros, es el hecho de que con cualquier ocurrencia por fútil e insostenible que sea, se puede lograr en estos tiempos llamar la atención. Estamos en la era del pluralismo de las ideas, de la posverdad y de la generación individual de contenido, no importa las consecuencias políticas, sociales, religiosas o económicas que esto pueda generar.

Estamos ante un darwinismo religioso sin limites y voraz donde los horizontes éticos son muy borrosos y laxos. Todo se vale. Donde lo espectacular y escandaloso invalidad la calidad, el aporte y los valores del contenido. Todo se reduce a desplante, poses y estilo. Ya no vale persuadir para educar, lo que vale es recibir atención sin importar los criterios a los que se apele para esto.

El joven Israel Patricio, de quien se ha dicho sufre algunos trastornos, resultado de graves calamidades que lo desequilibraron emocional y mental, falló la profecía antes de entregarla por los medios, pero este joven responde a un neo fenómeno del que no solo él es parte, sino en el que hay que contar con otros que están en sus cabales conocimientos, pero que se están aprovechando de esta “peligrosísima” ola de degradación de la comunicación.

No cayó nieve

Nos estamos exponiendo a una vocinglería ruidosa y sin contenido. Estamos ante un grave destape religioso y emocional altamente posesivo, donde los pronombres “Tu” y “Yo” crean condiciones de atención que arrebatan las masas, las anestesian con una descarga de frases desconectadas de las Escrituras y del verdadero Evangelio de Jesucristo. Eso tiene toda una explicación religiosa, sociológica, comunicacional y teológica. Es un tema para trabajar a fondo y con mucho cuidado.

Juan Stam (2017), aunque cree en el don profético, no cree para nada en la mayoría de las adivinaciones maquilladas de “profecía” que abundan en nuestro tiempo. Reconoce que uno de los problemas más difíciles de la teología y de nuestra vida cristiana es discernir entre profetas falsos y profetas verdaderos.

Sostiene Stan que por muchas razones la profecía es un don muy peligroso e incómodo. Una de ellas es lo difícil de distinguir entre profecía fiel y falsa profecía. “A través de la historia, la profecía fiel y verdadera siempre ha estado acompañada por la falsa profecía, como si fuera su propia sombra. Nuestra época no es ninguna excepción”.

Entre las razones que tiene Stam para dudar de ciertos profetas están que estos vienen con simples y triviales vaticinios, sin traer un mensaje de Dios para nuestras vidas. Entiende que predecir un hecho no es un fin en si mismo, sino que es sólo una parte, casi siempre (o siempre) muy secundaria, del mensaje profético. “El mensaje no está en las predicciones mismas, sino en lo que ellas contienen”. Afirma enfáticamente que los profetas no son astrólogos sino predicadores.

Para Stam la profecía bíblica no ocurre en el vacío, sino en medio de la historia y vinculada esencialmente con la historia de la salvación. “Cualquier “profecía” desconectada de la historia, y de la voluntad de Dios para nosotros en medio de ella, muy probablemente es profecía falsa. Es mejor entonces recurrir a Nostradamus o el horóscopo, y no meter a Dios en tales especulaciones”.

Admite que los profetas falsos se acomodaban al sistema vigente, “muchas veces poniéndose incondicionalmente a las órdenes de los poderosos. En cambio, los profetas verdaderos, debido a su honestidad, vehemencia y valentía, mantenían relaciones muy tensas con las autoridades y con los profetas del sistema”.

Le alarma la facilidad con que los profetas de hoy anuncian que “el Señor me ha dicho” o “tengo una palabra profética de Dios”. Se pregunta “si esto no será tomar en vano el nombre del Señor”.

Fuente: Tomas Gomez Bueno

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