Casiodoro de Reina protagonista de cine o de novelas

Casiodoro de Reina. Es alentador pensar que sobre la vida y obra de este fascinante personaje se esté despertado un inusitado interés. Casiodoro de Reina. Es alentador pensar que sobre la vida y obra de este fascinante personaje se esté despertado un inusitado interés.

Casiodoro de Reina. Es alentador pensar que sobre la vida y obra de este fascinante personaje se esté despertado un inusitado interés.

La conmemoración de los 450 años de la traducción al castellano de la que ha sido llamada la Biblia del Oso, si bien no alcanzó ese gran y merecido alborozo, contribuyó a poner de relieve el poco reconocimiento que los académicos de la literatura y el mundo de las letras hispanas le han conferido a Casiodoro de Reina, el principal protagonista de esta memorable hazaña literaria. 

Destacar este desconocimiento que aún pesa sobre el gran aporte al enriquecimiento de nuestro idioma que ha hecho este ilustre español, ha tenido como efecto favorable ir acrecentado más el espacio que él dignamente merece en el plano supremo de las letras hispánicas.

Gracias a la abundante y enjundiosa información que ha publicado Protestante Digital, a través de artículos y reportajes, con motivo de estas efemérides, me he podido dar cuenta que el valioso aporte hecho por Casiodoro de Reina al protestantismo no dista mucho de su singular hazaña literaria. Es evidente de que se trata de un personaje infravalorado en más de un sentido, disminuido en su perspectiva y dimensión histórica. Presa del dato enjuto y seco, de la descripción cortada breve.

La historia de Casiodoro de Reina está en extremo asociada a una fecha, (octubre de 1569); a un lugar, (Basilea); a un hecho, (la traducción de la Biblia del Oso). En América Latina su nombre se difunde sobre el estándar de la marca: “Reina-Valera”, lo que a veces, inconscientemente, impide conocer al personaje histórico en su dimensión más humana y trascendente.

Cuando se rastrea un poco la ruta que siguió Casiodoro empujado por una tenaz persecución que lo llevó a su exilio de orden confesional, nos damos cuenta de la inspiración y la pasión profunda que motivaban sus tareas misionales. 

Su afán por traducir la Biblia no respondía a la obsesión por coronar una particular vanidad intelectual o por el empecinamiento de hacer valer un credo o una doctrina religiosa. Quizás si estos hubieran sido los motivos que lo impulsaban, su iniciativa de traducir la Biblia al castellano se hubiera quedado en el camino.

Casiodoro de Reina

Casiodoro tenía una motivación más trascedente que motorizaba todos sus esfuerzos y amortiguaba todos los pesares y contrariedades que encontró en el tormentoso andar que marcó su existencia. Su pasión era ver a su pueblo España con la Biblia completa disponible en su idioma para que la Palabra de Dios obrara la transformación que visualizaba y quería para los suyos. Fue por la fuerza de la Palabra que alcanzó su conversión al protestantismo.

A pesar de los múltiples y variados obstáculos, de la persecución y los ataques que recibió, Casiodoro se mantuvo, sin dejar de tener momentos desaliento y duda, buscando la forma de hacer realidad su sueño de publicar una traducción completa en castellano de la Biblia y, gracias a Dios, logró realizarlo.

Es alentador pensar que sobre la vida y obra de este fascinante personaje se esté despertado un inusitado interés. Algunos los definen como un adelantado a su época o como un extraordinario humanista que alcanzó una amplia y sólida cultura, mientras una mayor información sobre su vida y obra genera un interés que está más allá del itinerario de un perseguido, todavía limitado a investigaciones y apuntes documentales de sus viajes y paradas.

Temo que solo nos quedemos con esa documentación fría y seca, con ese retrato del traductor bíblico estático y descarnado, sin lágrimas y sin sonrisas; sin lograr apreciar que la vida de Casiodoro nos da muchas razones para liberarla un poco de este estuche burocrático y rigurosamente cronológico que nos han legado sus biógrafos. Para sufrir y padecer tantos maltratos, vivir tantas angustias y asedios desde tantos frentes diferentes, hay que tener una personalidad extraordinaria, una fe en Dios rayana en lo heroico y un temple indoblegable y férreo.

Alguien debe comenzar a esbozar el perfil de su vida, de la clase de creyente que en su tiempo fue Casiodoro de Reina, quien a poco tiempo de llegar a Ginebra se integró a una congregación de refugiados extranjeros que no coincidía con todos los puntos de vista religiosos de Calvino. 

Esto revela la pasión de Casiodoro por la vida en comunión cristiana, además de su carácter carismático y gregario. A riesgos de graves peligros defendió a los anabaptistas. Solo alguien con un corazón muy sensible podía extasiarse en nostálgica meditación en el lugar donde fue sacrificado Miguel Servet, su compatriota, y solo alguien con un amplio y claro sentido de la libertad y la tolerancia podía hacer causa común con la singular y riesgosa vocación libertaria de Sebastián Castellio. 

Tenía una personalidad tiernamente seductora. Tenía el don de congregar, de acercar a la gente al servicio a Dios. Tenía, y es lo que uno puede apreciar, un inocultable carisma para hacer empatía y convocar, para reunir en torno suyo gentes de variados perfiles y procedencias.

Los cuidados pastorales que dispensó, los conflictos doctrinales que concilió entre los seguidores que lograba reunir a su paso, contrasta con el repudio y acoso que marcó toda su existencia. Su persistente inclinación pastoral no respondía a pasión alguna  por  mandar, era el llamado y el impulso de su  vocación por  servir y cuidar sus ovejas. 

Quince años después de ser acusado de manera calumniosa viajó a Londres para defender su honor. Le importaba su testimonio, no para imponerse a nada ni a nadie, sino porque valoraba la honra y el honor propio ante Dios, su familia y la sociedad. 

Alguien debe a atreverse a escribir una biografía novelada que rescate su perfil con rasgos y situaciones que releven más a fondo los vínculos íntimos que motivaban a este peregrino incansable a asentarse en un lugar para dar acogida a otros, para pastorear gente de toda clase y procedencia, para escribir una declaración de fe evangélica,  para perseguido con fiereza, conquistar amigos solidarios y darse a querer tanto en medio de un contexto odioso e intolerante, de persecución y exterminio.

Sin necesidad de tener el genio de Stefan Zweig o de Emil Ludwig, alguien debe hundirse un poco, a partir de lo conocido, en la psiquis de este hombre, en su espiritualidad,  en esas zonas interiores del ser  que matizan su vida  y que pueden conducir a verlo con mayor ternura y profundidad humana. Hay una personalidad, una inclinación misionera y pastoral apasionada y persistente que reclama ser contada con la fuerza biográfica de la novela. 

Sería interesante invertir algunas dosis de creatividad y de ingenio para acercarse y comprender mejor cuales eran aquellos rasgos particulares de Casiodoro de Reina que hacían del ese personaje extraordinario y fascinante del que, aún quedan muchas cosas por decir.

 Sin dudas que, aunque tuvo siempre la protección divina, estaba dotado de un gran tacto y sentido del riesgo. Principio del formulario. Final del formulario. La persecución implacable que marcaba su andar se puede seguir paso a paso a través de un mapa con sus esquivos y  evasiones,  superando encrucijadas y emboscadas. No creo que haya nada escrito   que pueda rescatar la fuerza y el dramatismo con que Casiodoro vivió sus miedos y espantos, sus dudas, sus derrumbes emocionales y caídas de ánimos. Se espera por alguien que recree en esta vida singular las profundas incertidumbres que en los momentos críticos entran en un dialogo con el sufrimiento y sacuden el alma en medio de ese suspenso que cuelga entre la convicción y la supervivencia.

No hay que acercarse demasiado a Casiodoro de Reina para encontrar que, junto al apasionado traductor de la Biblia al castellano desde sus fuentes originales, hay una persona extraordinaria, atractiva para un guion de cinematografía o una de esas biografías noveladas que nos han dejado los grandes escritores e historiadores de la literatura más exquisita de todos los tiempos.

Nota: Quizás, hermanos compañeros y escritores de Protestante Digital como Carlos Martinez García y Jonatán Soriano argumenten con razón que he escrito este trabajo porque desconozco la obra de la escritora Doris Moreno, “Casiodoro de Reina: Libertad y tolerancia en la Europa del siglo XVI”. Aun así, una obra como la que sugiero, sería un aporte más para un conocimiento más acabado y puntual de ese personaje fascinante y seductor que responde al nombre de Casiodoro de Reina.

Fuente: Protestante Digital

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